En el año 1962, Ensidesa decidió construir un teleférico de 7km de longitud entre los altos hornos de Avilés y Cabo negro para evacuación de estériles y residuos industriales que eran «depositados» en el mar.
El trazado unía el vertedero en el que se depositaban los residuos inertes de Ensidesa, en las proximidades de los gasómetros y la terminal de Montoril, en la zona conocida como Cabo Negro. Se trataba de un trazado de casi siete kilómetros en línea recta que cruzaba Valliniello y las parroquias gozoniegas de Laviana y Podes para concluir en el imponente edificio de hormigón que aún hoy, pese a su visible deterioro tras casi tres décadas de abandono, preside los acantilados por los que caían al mar toneladas de residuos (Fuente El Comercio).
Y es aquí, donde tenemos que pararnos a hablar del Antropoceno, tomando como fuente este artículo de lectura muy recomendable, del blog La Probeta del Paisaje. Se puede definir el Antropoceno como la nueva época del periodo Cuaternario que se caracteriza por cambios en el ciclo vital de la Tierra consecuencia de la actividad humana. De entre las 5 acciones antrópicas que la caracterizan, esta que nos ocupa es la de los Residuos Industriales.
Con el comienzo de la siderurgia integral de Ensidesa en 1957, aparece el problema de qué hacer con los residuos industriales generados. La solución -entonces considerada- modélica era tan simple como escalofriante… verter los residuos al mar.
Las corrientes marinas propiciaron que una parte de los residuos arrojados al mar se depositaran en las ensenadas situadas al este del punto de vertido, en las playas de Riba Pachón y Portazuelos. Paradojicamente, casi a la par de iniciarse los vertidos, comenzaron las operaciones de extracción de materiales de los depósitos playeros para su aprovechamiento y reutilización, actividad que aún se continúa en la actualidad.
En fin, un paseo interesante por su historia.