Historias de Roma (IV): Castel y Ponte sant’Angelo

Una de las visitas obligadas en Roma es todo lo que incluye el pequeño país llamado Vaticano. Es decir, Plaza y Basílica de San Pedro, Cúpula y Museos Vaticanos.

Decir que siempre hay mucha gente es quedarse corto. Por eso la mejor opción es madrugar antes de que pongan las calles y entrar de los primeros (7 am) para estar prácticamente sólo (lo de los museos vaticanos es otra historia).

Es necesario explicar para el que esté preparando un viaje a Roma, que la entrada a la basílica es gratuita (no así a los Museos Vaticanos donde es recomendable reservar con antelación para evitar las colas). Eso explica el llegar tan temprano. Una vez dentro sí hicimos una pequeña cola para la subida a la cúpula ya que no se puede reservar on line.

Dicho lo anterior, una de las vías de entrada al Vaticano es a través del puente y Castillo de San Angelo que nos lleva a la enorme Via de la Conciliazione (fotos en el próximo post) donde cruzamos la inexistente frontera Italo-Vaticana para llegar a la Plaza de San Pedro.

Originariamente fue construido por orden de Adriano para ser su mausoleo y finalizado en 139. En el año 403 perdió su condición de Sepulcro y fue convertido en baluarte defensivo recibiendo por primera vez el apelativo de castelum.

El nombre de San Angelo proviene del año 590, que en recuerdo de la visión del arcángel Miguel enfundando la espada que tuvo el papa Gregorio Magno durante una solemne procesión penitencial para alejar la peste que afligía Roma, visión interpretada como presagio del inminente final de la peste, cosa se produjo rápidamente se adoptó la denominación castellum sancti Angeli.​

Otra curiosidad es la existencia del Passetto, un pasillo fortificado que lo une a Ciudad del Vaticano, vía de escape de los Papas, y del que habla Dan Brown en su novela Angeles y Demonios.

El puente de San Angelo fue construido entre los años 134-139 por Adriano, destinado a extender el centro de la ciudad a su mausoleo. Se encuentra cubierto de mármol travertino y cruza el río Tíber con cinco arcadas.

En tiempos pasados, los peregrinos utilizaban este puente para llegar a la Basílica de San Pedro, por lo que era también conocido como «puente de San Pedro» (pons Sancti Petri).

Durante los siglos posteriores al siglo XVI, el puente se utilizó para exponer los cuerpos de los ejecutados en la cercana Piazza di Ponte, a la izquierda de la cabeza del puente.

En el año 1535, el Papa Clemente VII destinó los ingresos del peaje que había que pagar para cruzar el puente para erigir las estatuas de los apóstoles San Pedro y San Pablo, a los que se añadieron más tarde los cuatro evangelistas y patriarcas que representaban las estatuas de Adán, Noé, Abrahám y Moises. Bernini programó la construcción de diez ángeles que sostenían los instrumentos de la Pasión. Él en persona acabó los dos originales de los ángeles que sostienen la inscripción «I.N.R.I.» y la Corona de Espinas, pero ambas fueron requisadas por Clemente IX para su propio deleite. Hoy se encuentran en la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte, también en Roma.

Vamos ya con las fotos, sin trípode y altos ISOS.

Relacionado:

Historias de Roma (I): Piazza Navona

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Historias de Roma (V): Plaza, Basílica y Cúpula de San Pedro (del Vaticano)

Historias de Roma (VI): Museos Vaticanos

Historias de Roma (VII): Colisseo y Foro

Historias de Roma (VIII): Cúpulas y Obeliscos

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