San Gimignano es un tesoro medieval que sino fuese por la cantidad de turismo te transporta a tiempos pasados.
Se encuentra situado a prácticamente la misma distancia de Florencia y de Siena , sobre una colina de 335m. Llegues desde donde llegues impresiona su horizonte de torres como podemos ver en la foto que encabeza este post (skyline medieval le dicen algunos…).
El pueblo tiene sus raíces en la época etrusca, pero fue en la Edad Media cuando experimentó su período de mayor esplendor. Durante los siglos XII y XIII, San Gimignano se convirtió en un importante centro comercial y una parada crucial en la ruta de peregrinación a Roma. Los prósperos comerciantes y familias adineradas competían entre sí construyendo torres para demostrar su riqueza. A más pasta, torre más alta. Hoy en día quedan 14 torres de las 72 que se estima hubo en el pasado. Estas torres también servían como hostales y fortalezas. Desde lo alto, hay una visión de muchos kilómetros a la redonda.
Su casco antiguo, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es una auténtica gozada pasear sus calles empedradas y estrechas que se entrelazan entre los edificios medievales, creando un laberinto lleno de encanto y misterio. La Piazza della Cisterna, con su pozo central, es quizás el lugar más popular del pueblo. Rectifico, no la plaza en sí, sino la Gelateria Dondoli, ganadores del mejor helado del mundo en varias ocasiones, donde las colas son permanentes. Certifico que la fama es muy merecida.
Y cómo no, también tenemos que hablar de Dante Alighieri. Allá por 1300, estuvo alojado en San Gimignano en su papel de representante de la liga güelfa en Toscana. Justo 4 meses, después fue inagurada la Torre Grossa, con 54 metros de altura y la única que hoy permite el acceso turístico.
Pero San Gimignano además de por sus torres, su preciosa Colegiata, sus museos, o sus tiendas de recuerdos, de cerámica toscana o zapatos; es muy conocido por su deliciosa cocina y sus vinos de denominación de origen de Vernaccia di San Gimignano.
Y ya entrados en materia gastronómica, entre la ingente variedad de sitios para comer, recomiendo reservar y comer en Le Vecchie Mura. Como su nombre indica (la vieja muralla) está alejado del bullicio del centro y si el tiempo acompaña como fue el caso, comer (y muy bien) con vistas al paisaje toscano no tiene precio.