Egipto II: El Valle de los Reyes

El Valle de los Reyes (en árabe, Uadi Abwāb Al-Muluk (وادي أبواب الملوك): Valle de las Puertas de los Reyes) es una necrópolis del antiguo Egipto, en las cercanías de Luxor (antigua Tebas), donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX).

El lugar está místicamente relacionado con los grandes templos de Tebas, en la orilla oriental del Nilo. Trazando una línea recta desde el templo de Karnak hacia el oeste, tras cruzar el río alcanza Deir el-Bahari con el templo de Hatshepsut y finalmente el Valle de los Reyes, materializándose así la dualidad oriente-occidente característica de la cosmología egipcia: el este, lugar del nacimiento del sol, es el asiento de la vida, la «Tierra Negra» fértil (Kemet), territorio de Horus, dios del equilibrio y el orden, creador de la civilización egipcia; por el contrario, el oeste, por donde el sol se pone, es la «Tierra Roja» estéril, desértica, dominio de Seth el señor del inframundo y dios de los muertos.

El Valle de los Reyes fue el lugar de sepultura de muchos faraones del Nuevo Reino de Egipto, que abarcó aproximadamente desde el siglo XVI al siglo XI a.C. Durante este período, los faraones abandonaron la construcción de las imponentes pirámides y optaron por ocultar sus tumbas en el corazón de las montañas del desierto tebano. Esta decisión fue tomada para proteger los cuerpos y los tesoros funerarios de los saqueadores y preservar la vida después de la muerte según sus creencias religiosas.

El Valle de los Reyes ganó reconocimiento mundial en 1922, cuando el arqueólogo británico Howard Carter descubrió la tumba prácticamente intacta del faraón Tutankamón. Este hallazgo fue uno de los más importantes en la historia de la egiptología, ya que proporcionó una visión invaluable de la vida y la cultura de los antiguos egipcios. Desde entonces, se han descubierto y explorado más de 60 tumbas en el valle, revelando la grandeza y la sofisticación de la antigua civilización egipcia.

Cada tumba real es un testimonio de la habilidad y el ingenio de los antiguos egipcios. Estas tumbas, excavadas en las rocas, presentan intrincados pasadizos, cámaras funerarias y hermosas decoraciones. Los muros están adornados con jeroglíficos y escenas que representan los rituales y las creencias religiosas de la época. Algunas de las tumbas más destacadas son las de Ramsés II, Seti I, Amenhotep III y Hatshepsut, entre otros.

El Valle de los Reyes también es conocido por la «maldición del faraón«, una leyenda -según afirma Howard Carter- inventada y alimentada por Sir Arthur Conan Doyle:

La muerte golpeará con su miedo a aquel que ose turbar el reposo del faraón.

La realidad nos dice que el origen de las muertes es la mezcla de varias causas: gases inertes y hongos venenosos quedan prácticamente descartados; siendo picaduras de mosquitos, neumonías, la salud frágil de los afectados y la ausencia de antibióticos las causas más probables. Howard Carter murió más de 15 años después del descubrimiento de las tumbas, y cuando se le preguntaba sobre la maldición siempre respondía que yo habría sido la primera víctima y atribuía la creación de esta leyenda a la imaginación del escritor como decíamos antes.

Cuando los reyes de la dinastía XXI trasladaron la capital a Tanis, abandonando Tebas y dejando el Alto Egipto bajo el control de los Sumos sacerdotes de Amón, el principal problema que tuvieron que atajar fue el de los ladrones de tumbas. La inestable situación del país, que ya nunca más volvería a ser un gran imperio, estaba provocando que bandas cada vez más agresivas y menos temerosas de los castigos que pesaban sobre los saqueadores, robasen las tumbas y destrozaran las momias.

La prioridad por tanto, era proteger toda la necrópolis del Valle de los Reyes, y así se hizo. El Sumo Sacerdote de Amón Pinedyem II ordenó trasladar las momias reales de sus tumbas a varios escondrijos para ponerlas a salvo. Ignoramos cuántos de estos escondrijos hubo, pero se han encontrado dos depósitos, en los que se hallaron las momias de casi todos los faraones del Imperio Nuevo, de algunos Sumos Sacerdotes, y de varios familiares. En la actualidad todavía hay 5 faraones cuyas tumbas aún no se han encontrado, lo que deja abierta la hipótesis de que aún estén por descubrir en algún lugar del Valle o de alguna necrópolis vecina.

En definitiva, un lugar que no sorprende cuando llegas pero que cuando entras en las tumbas… ay mamina!!.. La experiencia de caminar por los mismos pasillos que recorrieron los faraones hace miles de años y disfrutar las hermosas decoraciones es verdaderamente asombrosa y única.

Fuentes para el texto: wikipedia y National Geographic.

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