Llamado “El Principito del Soul” por Rolling Stones Magazine, Thomas Khan es un cantante, compositor e intérprete de 35 años. Su tono de voz singular posee una reminiscencia de los más importantes cantantes del Black American Soul de los 60´s. Algunas de sus referencias parten desde Lee Fields, Charles Bradley hasta Selah Sue y Black Pumas.
Crónica: Thomas Kahn & The Soul Brass Band encienden la noche con fuego soul
El aire olía a electricidad y anticipación cuando Thomas Kahn & The Soul Brass Band tomaron el escenario. Desde el primer acorde, quedó claro que la noche no sería normal (si es que alguna noche es «normal» en Valles): era una celebración del soul y el funk, sazonada con el poder vibrante de una brass band que no conoce límites.
Antes de que Kahn apareciera, los metales de The Soul Brass Band hicieron una intro instrumental al estilo de los clásicos de los 60’s. Trompeta y saxos tejieron una introducción en la que ya nos tenían a todos en el bolsillo; mientras batería, bajo y guitarra marcaban un groove imparable.
Y entonces saliendo de entre el público apareció él: Thomas Kahn. Como con un imán carismático y una voz que oscila entre el susurro seductor y el grito desgarrado; moviéndose por el escenario a momentos como un predicador del funk y en otros como el nieto blanco de Sam Cooke.
Y claro, empezó la magia.
The power of The Soul Brass Band
A pesar del magnetismo de Thomas, The Soul Brass Band es imprescindible para que la experiencia sea completa. Los metales fueron el pegamento entre Thomas y la sección rítmica con líneas de bajo pegajosas y breaks de batería afilados junto a una increíble guitarra, demostraron por qué el soul y el funk siguen siendo reinos de la grooveología pura.
Uno de los varios clímax de la noche, llegó cuando Kahn saltó al público micrófono en mano, y dirigió un coro masivo seguido de los metales mientras la banda improvisaba sobre una base de second line neorleansiano. Fue magia pura: extraños convertidos en cómplices, bailando bajo un mismo ritmo.
Thomas Kahn & The Soul Brass Band no solo dieron un concierto: encendieron una ceremonia donde el soul fue religión, y todos nosotros sus felices creyentes.
Su primera vez en Valles, y creo que no será la última.




































